"El orden alfabético" Juan José Millás
En español tenemos dos sustantivos sinónimos para designar la lista de letras que usamos en nuestra escritura: alfabeto y abecedario. Según la Real Academia de la Lengua, estos dos sustantivos solo tienen un adjetivo común: alfabético. No existe el adjetivo *abecedárico. Por tanto, la RAE incluye en su entrada ’abecedario’ la expresión ’orden alfabético’, y, por tanto, ya no la incluye ni en la entrada ’alfabeto’ ni en la entrada ’alfabético’. Estos son los hechos, no están mal, ni bien, ni regular; son.
Como tengo cierta deformación profesional, no puedo dejar de pensar en estos hechos, que no me llevan a ninguna conclusión y de los que no se sucede ninguna teoría. Simplemente se cumple una de las reglas de la gramática. Abecedario es una palabra que hemos tomado para el español desde el latín tardío. Es un nombre motivado, ya que nombra las cuatro primeras letras del orden: A, B, C, D. En esto se separa de la máxima estructuralista: el lenguaje es inmotivado. Pero a alfabeto le ocurre lo mismo, porque, aunque es una palabra que hemos tomado para el español desde el griego antiguo, también nombra las dos primeras letras del ’abecedario’, pues el alfabeto griego, en esas dos primeras letras, coincide con el español: alfa y beta, se corresponden con nuestras A y B.
La trama de la novela de Millás está relacionada con la necesidad que tiene el protagonista de mantener el orden alfabético en su vida, porque si no lo mantiene siente que se pierde en el proceloso mundo de las relaciones humanas. Es una metáfora genial del orden de las cosas, del orden que deben de tener los acontecimientos humanos y que a veces se desordenan porque nosotros nos empeñamos en incluir en el orden de la realidad el desorden de nuestra vida interior. En este sentido, puede recordar vagamente al Ulises de Joyce, por la mezcla entre los diálogos reales y los imaginarios, por el flujo de conciencia o el intento de reflejar literariamente el pensamiento interno del personaje.
De algún modo, Millás acostumbra a utilizar a menudo el orden o desorden de la sintaxis para explicar, o intentarlo, los acontecimientos que llaman su atención. Un psicólogo diría que "la psicología es solo lenguaje", pero Millás parece ir más allá, proponiéndonos en esta novela que la vida es lenguaje. Y el lenguaje ¿qué es? Una forma de ordenar el mundo, y, como todo orden establecido, está lleno de trampas que debemos sortear continuamente para no caer en sus redes.
Como parece que todos somos capaces de crear lenguaje porque somos capaces de comunicarnos con nuestro pequeño círculo de familiares y conocidos, nos da la impresión de que dominamos el lenguaje. No seamos ingénuos. El lenguaje es nuestra mejor arma... y la mejor arma de todos los demás. La única defensa posible es escuchar con atención, con muchísima atención.
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Sine ira -