"Molly Sweeney" de Brian Friel
¿Verdaderamente estamos dispuestos a cambiar para conseguir algo mejor o más satisfactorio? ¿Alguien puede negarse, si tiene la oportunidad, a modificar alguna cosa de su manera de ser o de su vida si eso significa una mejora? ¿Creemos que si nosotros fuésemos distintos lo que hay a nuestro alrededor lo podríamos disfrutar mucho más? Si vamos por la vida sin entender lo que nos ocurre, sin ver más allá de nuestras narices ¿no sería estupendo poder cambiar y entender y ver?
Pongamos un ejemplo. Si un ciego tuviera la oportunidad de ver ¿no debería luchar por ver? Y luego ¿no sería su mundo infinitamente mejor de lo que había sido hasta entonces?
Este es el ejemplo que utiliza Brian Friel en su obra "Molly Sweeney" para mostrarnos que las cosas no son tan sencillas como nos parecen, y todavía son menos sencillas las que tienen que ver con nuestras sencillas formas de vida.
Molly Sweeney es ciega de nacimiento, pero su marido y su médico le proponen que se someta a una operación para recuperar la vista. Molly se resistirá, pero como ellos insisten, se someterá a la operación.
Cuando Molly consigue ver su mundo se hunde. No reconoce nada por la vista, acostumbrada a hacerlo a través del tacto, no reconoce a los seres a los que aprecia, acostumbrada a hacerlo con el oído... ya no es la chica ciega... y lo que hay que ver no siempre es agradable...
¿Qué hacer? Volver a la oscuridad no es posible ¿o sí?
¿Cuántas veces nos hemos sorprendido a nosotros mismos negándonos a ver lo que teníamos delante? ¿Cuántas veces algo ha ocurrido delante de nuestros ojos y hemos sido incapaces de verlo?
Molly, representada por la magnífica María Pastor, se encuentra estos días en el Teatro de la Guindalera de Madrid. Vale la pena acercarse a verla, por muchas razones. La más práctica: la obra de Brian Friel no está traducida al castellano.
Pongamos un ejemplo. Si un ciego tuviera la oportunidad de ver ¿no debería luchar por ver? Y luego ¿no sería su mundo infinitamente mejor de lo que había sido hasta entonces?
Este es el ejemplo que utiliza Brian Friel en su obra "Molly Sweeney" para mostrarnos que las cosas no son tan sencillas como nos parecen, y todavía son menos sencillas las que tienen que ver con nuestras sencillas formas de vida.
Molly Sweeney es ciega de nacimiento, pero su marido y su médico le proponen que se someta a una operación para recuperar la vista. Molly se resistirá, pero como ellos insisten, se someterá a la operación.
Cuando Molly consigue ver su mundo se hunde. No reconoce nada por la vista, acostumbrada a hacerlo a través del tacto, no reconoce a los seres a los que aprecia, acostumbrada a hacerlo con el oído... ya no es la chica ciega... y lo que hay que ver no siempre es agradable...
¿Qué hacer? Volver a la oscuridad no es posible ¿o sí?
¿Cuántas veces nos hemos sorprendido a nosotros mismos negándonos a ver lo que teníamos delante? ¿Cuántas veces algo ha ocurrido delante de nuestros ojos y hemos sido incapaces de verlo?
Molly, representada por la magnífica María Pastor, se encuentra estos días en el Teatro de la Guindalera de Madrid. Vale la pena acercarse a verla, por muchas razones. La más práctica: la obra de Brian Friel no está traducida al castellano.
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