"Hijos de Homero" de Bernardo Souvirón
Este libro tiene un subtítulo que aclara perfectamente de qué se trata: "Un viaje personal por el alba de Occidente".
Souvirón, profesor de la UNED, locutor de radio... compañero de promoción de profesores de la UCM como Fernando García Romero, sé de buena tinta que cuando explica sus puntos de vista e investigaciones sobre la antigua Grecia consigue embelesar a su público.
En este ensayo, lleno de esas historias que cada vez se explican menos en las aulas de este país del que está desapareciendo la educación en lenguas e historia del Mundo Antiguo, habla de la Edad de Bronce, de la Época Arcaica y de la época Clásica de Grecia. Y lo hace para encontrar las posibles raíces de nuestra forma actual de desenvolvernos en sociedad.
Para ello se fija en las mujeres.
Pocas cosas nos ocupan y preocupan tanto todos los días de nuestra vida. Me refiero a las relaciones personales, y dentro de ellas, claro, a las relaciones de pareja.
Souvirón intenta desentrañar el origen del sometimiento de la mujer al varón, y cómo ese sometimiento ha podido perdurar desde tiempos remotos hasta estos momentos. Algunas de sus ideas se basan en hipótesis con poca consistencia, dado el tiempo al que se remonta, siglos XVI y XV antes de Cristo, un tiempo del que no conservamos documentación de ningún tipo. Aún así, partiendo de hipótesis, finalmente construye un recorrido bastante firme que explicaría ciertos comportamientos sociales tan sutiles como la diferencia entre libertad e individualidad o porqué seguimos siendo una sociedad particularmente definida por nuestra pasión por la guerra.
Lo mejor de la lectura de este ensayo es su calidad narrativa, pues aún siendo un libro divulgativo sobre la Antigua Grecia, consigue, como solo consigue la buena literatura, darle un orden al mundo que presenta. Un orden que tiene un inicio, un desarrollo y una conclusión, como las buenas novelas que nos dejan satisfechos tras pasar varias horas disfrutando con sus peripecias.
Y eso que, el mundo, y el griego en particular, no tienen porque seguir un orden tal como lo entendemos el común de los mortales.
Promete una continuación. Con un poquito de atrevimiento, sugiero, para esa continuación, el título, que a esta primera entrega no le hubiese venido nada mal, de "Hijas de Homero".
Souvirón, profesor de la UNED, locutor de radio... compañero de promoción de profesores de la UCM como Fernando García Romero, sé de buena tinta que cuando explica sus puntos de vista e investigaciones sobre la antigua Grecia consigue embelesar a su público.
En este ensayo, lleno de esas historias que cada vez se explican menos en las aulas de este país del que está desapareciendo la educación en lenguas e historia del Mundo Antiguo, habla de la Edad de Bronce, de la Época Arcaica y de la época Clásica de Grecia. Y lo hace para encontrar las posibles raíces de nuestra forma actual de desenvolvernos en sociedad.
Para ello se fija en las mujeres.
Pocas cosas nos ocupan y preocupan tanto todos los días de nuestra vida. Me refiero a las relaciones personales, y dentro de ellas, claro, a las relaciones de pareja.
Souvirón intenta desentrañar el origen del sometimiento de la mujer al varón, y cómo ese sometimiento ha podido perdurar desde tiempos remotos hasta estos momentos. Algunas de sus ideas se basan en hipótesis con poca consistencia, dado el tiempo al que se remonta, siglos XVI y XV antes de Cristo, un tiempo del que no conservamos documentación de ningún tipo. Aún así, partiendo de hipótesis, finalmente construye un recorrido bastante firme que explicaría ciertos comportamientos sociales tan sutiles como la diferencia entre libertad e individualidad o porqué seguimos siendo una sociedad particularmente definida por nuestra pasión por la guerra.
Lo mejor de la lectura de este ensayo es su calidad narrativa, pues aún siendo un libro divulgativo sobre la Antigua Grecia, consigue, como solo consigue la buena literatura, darle un orden al mundo que presenta. Un orden que tiene un inicio, un desarrollo y una conclusión, como las buenas novelas que nos dejan satisfechos tras pasar varias horas disfrutando con sus peripecias.
Y eso que, el mundo, y el griego en particular, no tienen porque seguir un orden tal como lo entendemos el común de los mortales.
Promete una continuación. Con un poquito de atrevimiento, sugiero, para esa continuación, el título, que a esta primera entrega no le hubiese venido nada mal, de "Hijas de Homero".
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