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Teatro

"Eloisa está debajo de un almendro" Enrique Jardiel Poncela

La obra de teatro de los años cuarenta del siglo pasado es una comedia castiza que tan solo pretende entretener mostrando unos personajes muy peculiares, con defectos exagerados, con una lógica fuera de lo común y con un solo "leit motiv" para vivir: el amor.

 

El largo prólogo con el que comienza la obra, lleno de personajes de clase media-baja, realza, por contraste, a los protagonistas de la obra: dos familias de clase alta entre las que se va a repetir el idilio amoroso de la generación precedente, pero, esta vez, como corresponde a una comedia, con final feliz.

Entretenida... no más.

"Madre coraje y sus hijos", Bertolt Brecht

¡Qué bueno el señor Brecht! 

Una mujer, una guerra. Una mujer, unos hombres en guerra. Una mujer madre con dos hijos varones que mueren en la guerra y una hija que "vive" durante una guerra. Una madre que es mujer. La representación de la Tierra, de la madre Tierra, en esa madre coraje, es abrumadora. Una madre Tierra que entrega a sus hijos a la muerte, que sobrevive malviviendo sobre un suelo en guerra que dominan los hombres que no ven más allá de su presente inmediato porque están en guerra con... ¿ellos mismos? Una madre y una hija, una hija muda ¿qué tiene que decir una hija que ve a su madre vivir así? ¿qué tiene que decir una hija que vive sin padre?

Leer a Brecht. 

"Molly Sweeney" de Brian Friel

"Molly Sweeney" de Brian Friel ¿Verdaderamente estamos dispuestos a cambiar para conseguir algo mejor o más satisfactorio? ¿Alguien puede negarse, si tiene la oportunidad, a modificar alguna cosa de su manera de ser o de su vida si eso significa una mejora? ¿Creemos que si nosotros fuésemos distintos lo que hay a nuestro alrededor lo podríamos disfrutar mucho más? Si vamos por la vida sin entender lo que nos ocurre, sin ver más allá de nuestras narices ¿no sería estupendo poder cambiar y entender y ver?
Pongamos un ejemplo. Si un ciego tuviera la oportunidad de ver ¿no debería luchar por ver? Y luego ¿no sería su mundo infinitamente mejor de lo que había sido hasta entonces?
Este es el ejemplo que utiliza Brian Friel en su obra "Molly Sweeney" para mostrarnos que las cosas no son tan sencillas como nos parecen, y todavía son menos sencillas las que tienen que ver con nuestras sencillas formas de vida.
Molly Sweeney es ciega de nacimiento, pero su marido y su médico le proponen que se someta a una operación para recuperar la vista. Molly se resistirá, pero como ellos insisten, se someterá a la operación.
Cuando Molly consigue ver su mundo se hunde. No reconoce nada por la vista, acostumbrada a hacerlo a través del tacto, no reconoce a los seres a los que aprecia, acostumbrada a hacerlo con el oído... ya no es la chica ciega... y lo que hay que ver no siempre es agradable...
¿Qué hacer? Volver a la oscuridad no es posible ¿o sí?
¿Cuántas veces nos hemos sorprendido a nosotros mismos negándonos a ver lo que teníamos delante? ¿Cuántas veces algo ha ocurrido delante de nuestros ojos y hemos sido incapaces de verlo?
Molly, representada por la magnífica María Pastor, se encuentra estos días en el Teatro de la Guindalera de Madrid. Vale la pena acercarse a verla, por muchas razones. La más práctica: la obra de Brian Friel no está traducida al castellano.

"Tito Andrónico" por Animalario en Mérida

Cartel de Tito Andrónico de Animalario  Sí, como se suele dcir, "el marco era incomparable", el teatro romano de Mérida, una maravilla de teatro, con una acústica espléndida, con un fresquito que quién se lo iba a imaginar tras la tórrida tarde de julio que acabábamos de pasar. Nos fuimos, creo, el peor público que puede ir a ver estas cosas: un grupo de actores, dramaturgos, profesores de teatro y filólogos. Algunos nos habíamos leído la obra de Shakespeare por enésima vez antes de acudir a la representación, otros habíamos visto por quinta vez la película Titus protagonizada por Anthony Hopkins y Jessica Lange. En fin, como se puede apreciar, un público nada dispuesto a ser amable con lo que iba a ver, porque iba cargado de expectativas que, como siempre en la vida, no se le darían tal como las esperaba y por ello no se iba a dejar llevar por la empatía necesaria para disfrutar de una obra de teatro.

Cartes de la peli Titus  Animalario presentó Tito Andrónico, una tragedia de Shakespeare que escribió en sus primeros tiempos como dramaturgo. Contiene todos los elementos de la tragedia clásica, pero no es un clásico grecolatino, sino una obra del XVII, del Barroco, y por tanto, barroca en todos los sentidos: feista, exagerada, enredada, larga, ensangrentada, terrorífica, fuertemente pasional y radicalmente maniquea.

Da igual quién la represente y cómo la represente, la fidelidad a Shakespeare, quizá necesaria, pone en escena una obra muy difícil de digerir hoy en día. Aún así, Animalario tuvo grandes aciertos en el escenario. Uno de ellos, la escenografía. Una "boca" en el centro de las tablas, que se tragaba a todos los muertos y a los vivos a punto de morir, que servía para representar el útero materno, el útero de la reina bárbara, posiblemente. Ese útero fue un hallazgo del escenógrafo/a, una metáfora del argumento de Tito Andrónico que quiero aplaudir porque proponía un punto de vista que quedaba perfectamente representado en el escenario. Esta dimensión, que no pertenece a Shakespeare sino a Animalario, fue lo mejor de la propuesta.