"Helena de Troya" de Margaret George
El libro de Margaret George tiene un excelente título. Bajo él, se espera
encontrar la narración de la guerra de Troya bajo el punto de vista de la
protagonista femenina: Helena de Troya. Pero lo que hay, si bien no deja
de ser eso, es menos.
La guerra de Troya, narrada con grandeza en la Ilíada de Homero, se convierte aquí solo en un contexto. Helena, la mujer por la que se pelearon los enormes ejércitos de teucros y dánaos durante diez años y que acabó con la destrucción de la ciudad inexpugnable de Ilión, se muestra como culpable, temerosa de su "poder" para atraer la muerte a todos los seres que la rodean, sobre todo a quellos seres que ama. Si esta circunstancia hubiese sido llevada hasta el final por George, su libro seguramente contaría con algo más de grandeza. La muerte que atrae Helena es bastante poco discriminatoria y arrasa con lo que ella ama y con lo que no.
Igual de esquiva que la muerte se muestra la sinceridad entre los personajes. No hay verdaderas amistades, más que la de un espartano con Helena, a la que sirve hasta el último día de su muerte, pero con el que mantiene una relación equívoca.
La asociación de Helena con una serpiente del templo de Asclepio, como si se tratase de Eva con el diablo disfrazado de reptil en el árbol del Bien y del Mal, tampoco llega a cuajar, pues la serpiente finalmente también será una víctima y no solo una instigadora del mal.
Comenta la autora que ha querido guardar fidelidad a lo que sabemos que era el papel de una mujer en el siglo XI antes de Cristo, pero cabía mucha más audacia, porque lo que sabemos de las mujeres de entonces es verdaderamente poco, casi nada. Lo que sabemos lo escribieron hombres, no se nos ha conservado nada escrito por mujeres, excepto Safo, lo que puede significar que las mujeres escribían muy poco, pero también puede significar simplemente que sus escritos no tuvieron la suerte de conservarse como sí lo hicieron los de algunos, pocos, hombres.
Como decía, esta Helena se sabe peligrosa, y se teme y teme a todo el que la rodea. Se siente continuamente juzgada y acusada y ella también se juzga y acusa. Esto la convierte en un personaje muy poco simpático, yo habría preferido una mujer menos consciente, más equivocada. Tiene muy pocos arrestos, y un pensamiento muy plano. Y eso que tiene ejemplos de otros tipos de mujeres, como las Amazonas, que si bien son representadas muy andróginas, no deja de repetirse que son mujeres, y que han elegido otro punto de vista sobre sus vidas. Eso sí, son la minoría. De todas formas, quizá no se debiese perder de vista que por poca libertad que tuviesen las mujeres en aquellos remotos tiempos, no podían dejar de ser influyentes. Fueron las madres de nuestra civilización, de nuestro modo de pensar y de sentir, pues de sus vientres salieron los hombres y mujeres que apuntalaron la sociedad en la que vivimos hoy. Es cierto que Helena es la representación de lo mala que puede ser una mujer, hasta el punto de ser causa de una guerra terrible. Así se nos ha presentado siempre porque fue el hallazgo de Homero atribuir la causa de la guerra de Troya a un asunto amoroso en vez de a un más prosaico, y probable, asunto económico, que seguramente fue la causa real.
Helena de Troya está bien para recordar episodios de la Ilíada y de los textos que la circundan, pero poco más.
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