Paolo Conte y los clásicos de la literatura III
La tercera canción de Paolo Conte que traigo a este blog ya no pertenece al disco Elegia, sino a uno anterior, Una faccia in prestito, que podemos traducir por Una cara prestada. Se trata de un homenaje al teatro griego clásico, quizá por eso el título parece referirse a una máscara, elemento imprescindible en las representaciones de las tragedias y comedias en la antigua Grecia. Dice así:
Teatro Una Faccia In Prestito (1995)
Dorme un teatro
Scolpito al centro di un’agricola contrada
Tanto qui nessuno si dispera...
Ei pera... pera!...
Anticamente
Si sguainavano là dentro le parole:
Uccidere il tirano questa sera!
Ei pera... pera!...
Tiranni, Oreste, Saul,
Criniere antiche di tragedia e là,
Là nel vuoto fulvo, caotico Elettra
Vive, recita, si muove, ah ma no!
La Mirra, no!
Non ha il tiranno, invece sì, ce l’ha,
È lui, l’ amore, l’ oscuro destino
Sessuale, il suo sogno d’ inferno, sì !
...
Sariva la città
Tra le sue torri e le tempeste
Del teatro un vento marinaio,
Volando la campagna, tra Genova e Savona
Le girava in Spagna e
Il teatro cominciava così il suo sonno
Nei tempi moderni, dai tempi moderni avvilito.
Lasciato, abbandonato così
Anticamente era l’ idea
Di un teatro in mezzo al grano
Come una bevanda solto il sole...
Ei pera... pera!
Dorme un teatro,
Il sangue finto per il sogno di Vittorio,
Rosso come il vino del sipario...
Ei pera... pera!
Ei pera... pera!
Ei pera... pera!
Que traduzco así:
Duerme un teatro
Esculpido en el centro de un campo de labor
Mientras que nadie se desespera...
¡Ei pera... pera!...
Antiguamente
Se desgranaban allí dentro las palabras:
¡Matar al tirano esta noche!
¡Ei pera... pera!...
Tiranos, Orestes, Saúl, cabelleras antiguas de tragedia y allí, allí en el vacío anaranjado, caótico, Electra vive, recita, se mueve, ah ¡pero no! ¡Mirra, no!
No tiene al tirano, pero sí, lo tiene, y él, el amor, el oscuro destino sexual, su sueño de infierno, ¡sí!
...
¿Vestía? la ciudad entre sus torres y las tormentas del teatro un viento marinero, sobrevolando el campo, entre Génova y Savona, giraba en España y el teatro comenzaba así su sueño en los tiempos modernos, por los tiempos modernos envilecido.
Dejado, abandonado así.
Antiguamente existía la idea de un teatro en medio del trigo, como una bebida bajo el sol...
¡Ei pera... pera!
Duerme un teatro,
La sangre falsa para el sueño de Vittorio, roja como el vino del telón...
¡Ei pera... pera!
¡Ei pera... pera!
¡Ei pera... pera!
Un teatro "esculpido" es un teatro griego, porque estos teatros aprovechaban una colina cercana a la ciudad o al santuario de turno para esculpir en ella la grada para los espectadores. Esto los romanos ya no lo hacían, construían los teatros donde les venía bien, y, si no había colinas que esculpir, edificaban las gradas también.
Los personajes que menciona Conte son personajes de las tragedias que se representaban en Grecia allá por los siglos V y IV antes de Cristo, escritas por autores como Esquilo, Sófocles y Eurípides, únicos tragediógrafos de los que se nos ha conservado parte de su obra.
La elección de los personajes por parte de Conte no parece casual, pues todos tienen algo en común. Así, a bote pronto, Electra, por amor a su padre, el rey de reyes Agamenón muerto a manos de su esposa, instiga a su hermano Orestes para que asesine a su madre Clitemnestra; Mirra, enamorada de su padre Cíniras, lo engaña para tener con él un hijo, Adonis, un joven tan bello que la diosa Venus lo eligió como amante.
Se aparta un poco de esta temática Saúl, rey de Israel. Pero no deja de ser un personaje trágico. Su vida transcurre, más o menos, al tiempo que está teniendo lugar la guerra de Troya, siglo XI antes de Cristo, y termina suicidándose junto a sus hijos tras haber hecho sucumbir al pueblo de Israel bajo el ejército filisteo. El caso es que, no me consta que exista ninguna tragedia griega protagonizada por este personaje, pero hubiese sido de gran fuerza dramática debido a su soberbia, a su odio hacia David (el de Goliat) y a sus ataques incontrolados de ira.
En uno de los versos de la canción, Conte parece lamentarse de que el viento esparciera el teatro por todo el Mediterráneo, desde las costas griegas en Asia hasta España, mientras se esparcía también en el tiempo y llegaba hasta los tiempos modernos y se "envilecía". Parece adscribirse a la máxima de que "cualquier tiempo pasado fue mejor" y, en realidad, solo son tiempos diferentes, entre los que no cabe comparación. De hecho, es muy probable que el surgimiento en el siglo XVIII en Italia de la Ópera esté muy relacionado con la puesta en escena de las tragedias griegas. Las óperas acostumbran a ser trágicas, y son cantadas, como en parte lo fueron las tragedias. Precisamente, lo que para nosotros hoy es el estribillo de esta canción "¡Ei pera.. pera!", representa al coro de cantantes que dirigidos por un corifeo servía en las tragedias para diversos cometidos: replicar a los actores principales, advertir al público de lo que iba a pasar a continuación, poner al público en antecedentes de lo que había ocurrido fuera de su vista antes de comenzar una escena...
Y el teatro actual, heredero del teatro griego, sigue teniendo mucha deuda con aquel como contaré en el próximo post. Pues aunque quiero escribir sobre una cuarta canción de Conte, voy a hacer un aparte para comentar la representación de este año en Mérida de Tito Andrónico.
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